miércoles, 9 de mayo de 2012

La historieta está de luto: murió Caloi

Nacido en Salta y criado en Adrogué, publicó su primera tira como profesional a los 17 años, antes de recibirse de bachiller, en Tía Vicenta , la revista que dirigía uno de sus mentores Juan Carlos Colombres, Landrú, allí Carlos Loiseau se convirtió para siempre en Caloi.



Un año después, en 1967, entró a Clarín, y en 1969, ilustró parte del libro que Almendra –la primera formación de un jovencísimo Luis Alberto Spinetta– publicó para celebrar la edición de su primer disco.

En 1973 nacería la tira Bartolo , que al poco tiempo Clemente, un personaje secundario, coparía definitivamente.

En 2009, la legislatura porteña lo nombró Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. “Yo he sido un dibujante nato y neto: estoy dibujando desde el momento en que prácticamente un chico puede alzar un lápiz”, reconoció entonces.
No fue el único premio, también fue galardonado en la Bienal Nacional e Internacional del Humor y la Historieta de Córdoba, dos veces con el Premio Konex de las artes plásticas 1982 y 1992 y el Datero D’Argento, en Italia

CLEMENTE: Los grandes historietistas suelen caminar de la mano de grandes personajes y el Negro Caloi no fue la excepción, de su baúl creativo salió nada menos que Clemente, animalito de indescifrable ADN (puede que sea un pájaro, puede que no) que apareció como parteneire de Bartolo, un porteñísimo conductor de tranvías que lo presenta como un perro pero él le responde con un sonoro graznido de pajarraco.

 

Caloi en su tinta

El ciclo debutó en 1990, en el viejo ATC, con el objetivo de “difundir el cine de animación de autor”

Su largo recorrido en pantalla chica –17 años interrumpidos– se reparten entre los 10 iniciales en ATC (estuvo hasta 1999, inclusive), los tres de Canal á (del 2001 al 2003) y los cuatro de Canal 7, emisora a la que volvió en 2005. Allí estuvo hasta 2009, en las cálidas emisiones de los sábados a la noche, en las que desde su tono grave y coloquial se proponía encender al famoso niño que, dicen, todos ‘llevamos adentro’.
Declarado de Interés Cultural y Educativo por la Secretaría de Cultura de la Nación y por la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires, entre otros organismos, el ciclo fue invitado a participar de una serie de festivales de cine de animación, como los de Francia, Brasil y Finlandia.
Si bien el leit motiv de base era el de la difusión de la animación cinematográfica, el ciclo coqueteó rápidamente con otras artes, como la plástica, la escultura y la pintura, lo que, sostenido en sus sólidos pilares educativos, lo fue llevando a ser un espacio interdisciplinario, sin perder jamás la esencia.

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